sábado, 14 de marzo de 2009


Hace mucho tiempo sobre la tierra existían unas criaturas formidables, eran redondas, tenían dos rostros, dos pares de piernas y dos pares de brazos. Los descendientes del sol parecían dos varones unidos por la espalda. Las hijas de la tierra estaban conformadas por dos partes femeninas, mientras que los hijos de la luna tenían una parte masculina y una femenina.
Estas criaturas intentaron sublevarse, por lo que los dioses pensaron en un primer momento en destruirlos, pero Zeus propuso separarlos por la mitad para hacerlos más débiles. Y así se hizo.

Apolo, dios de la naturaleza, curó las heridas de cada mitad y les puso el rostro en el lado del corte para que no olvidaran su castigo. Además, les cosió sobre el vientre formando el ombligo. Las mitades fueron esparcidas en la tierra y cada parte se esforzaba por encontrar a su otra mitad.
Luego de esta separación cada parte hacía esfuerzos para encontrar la otra mitad y cuando finalmente se encontraban, se abrazaban y por no quererse separar morían de hambre. Júpiter tuvo compasión de ellos y para calmar un poco la impaciencia por estar juntos les puso delante los órganos reproductores y de esta manera varón y mujer se unían en el sexo.

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